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01. Bienvenido al secadero
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02. La majada
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03. Sobran bueyes
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04. El día que lluevan pianos
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05. Canaleros
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06. Ojalá me quieras libre
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07. Ángeles del suelo
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08. Las últimas habitaciones
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09. Plomo en los bolsillos
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10. Pendimento
LETRA
Marea
En mi hambre mando yo
Bienvenido al secadero
Agua que reconcome, desgasta y taladra,
no mojará mi posada sin luz,
que aquí me atrevo a enjaularla y decirle de todo
y se me enamora,
vuelve cuando me encuentro salvando los muebles
para apilarlos y darles de arder,
para que ría y se haga de día sin amanecer,
sabe que la convido a comerse las llaves
del purgatorio de mi naufragar,
que no conozco yesaire tan fino que luzca mi carraspera
y temple mi torpe envite de acero caliente
para joder con las patas de atrás,
y dar la vuelta y buscar la reyerta en otro trashumar,
bienvenido al secadero, ven a ver el desconcierto,
que tocan a muerto los kinkis besando con saña, los poligoneros,
los fakires que se acuestan junto a mí
y apuntalan, escupiendo al viento, mis entrañas de viejo,
saca pa los mosquitos el clavo y la albahaca,
que una ambrosía por fin sacaré
de mis recuerdos infectos en donde no flotan las carabelas
llenas de redileo, trasquile y cadenas,
pero este sauce quiere sonreír,
y en adelante le queda el desplante para resistir.
En mi hambre mando yo
La majada
Recuerdo cuando te hablaba de las nogueras,
golpeando con los nudillos en la encimera,
con mi grito quejumbroso de arroyo turbio,
traje mal bajío, me llevé infortunio,
allá donde el vino mana en la sementera
y ondean las comadronas sábanas secas,
donde se abate sin prisa a las nocheviejas
con los tiros mudos de penas añejas,
aventando silencio le quito el precio a mi soledad,
la desato y tirito, que no está escrito, pero estará,
en todos los soportales, como quien mancha el ajuar,
que he querido a dentelladas y ya no hay nada que desatar,
y ahora que una majada son mis adentros,
y el cuenco medio vacío me da sustento,
sostengo sobre los hombros otro derrumbe,
no será su estruendo el que me deslumbre,
los sinsabores son las flores que perdí
mientras la orquesta no dejaba de tocar
y yo tiraba por la borda el pedigrí
que me hizo hombre que en las nubes quiere hozar.
En mi hambre mando yo
Sobran bueyes
Bailo como baila la Tarara para los muchachos,
cuando se vayan lloraré para que beban los gusanos
de la savia que no han querido los gatos
y el establo encharcaré,
ando igual que un toro sin resuello que enseña la frente,
que lleva en cada cicatriz luciérnagas resplandecientes,
y levanto polvareda en las tabernas
si la luz no deja ver,
renqueando, los jamelgos,
vienen raudos a mi encuentro,
en esta casa sin leyes,
no me pesan los aperos,
ni quién llegará primero:
en mi yunta sobran bueyes,
los visillos descorridos van a pronunciar mi nombre
y la mierda lamerán de la cresta que me sobre,
sin replicar,
renqueando, los jamelgos,
vienen raudos a mi encuentro,
en esta casa sin leyes,
no me pesan los aperos,
ni quién llegará primero:
en mi yunta sobran bueyes,
las cloacas no sollozan si no las toca el calor,
ensombrecidas,
la penumbra está risueña y se empapa del color
que yo le pida,
y cuando digan que en este remanso
el dolor no se durmió,
será mentira.
En mi hambre mando yo
El día que lluevan pianos
Adiós, decía el estampido y yo
detrás de su reflejo fui,
sujétame un rato este sol, te dije, y ya jamás volví,
y con tanto rumiar las briznas me olvidé
de echarle más pelusa al ombligo y, tal vez
debí mirar atrás y preguntar si ayer
la lontananza era limpia y la senda también,
será que mi cansino caminar
no ronda por la puerta de
aquello que llaman amor,
y en el alféizar me quedé,
mirándote al pasar, queriéndote ofrecer
el pienso de tan lejos que no pudo ser,
y te quiero contar que nada me amparó,
así que mal y tarde te pido,
quédate hasta el día que lluevan pianos,
quédate hasta que yo dé mi brazo a retorcer,
y fóllame, como si esta noche me fuera a comer
las estrellas una a una,
quédate, jugará tu corazón al esconder, con el mío,
en la basura,
contar las puntadas sin hilo es
lo que me queda por hacer,
que dicen que tan necio soy
que no he sabido enloquecer,
pero juré enlutar los tumbos que bordé
y levantarme cabal y maldito por ti
y, al decirle al papel que sigo estando aquí,
el eco me devuelva el gemido.
En mi hambre mando yo
Canaleros
Déjame que descuelgue las campanas,
de tanto redoblar se me han quitado las ganas
de alante y atrás, de amargo tañir,
y sangre me sudan los pies,
qué mierda de don Juan, que se harta de reír
cuando se tropieza frente a la platea
y se esfuma feliz perdido en la zorrera
mientras se despluman pollos de pelea,
los cisnes me embarazarán la cama
y a la hora de parir se me volverán ranas
y yo segador queriendo arrancar vigilias,
ya sabes por qué,
que para pisar Cristos me basto y me escondo,
guardé entre las muelas rosarios a miles
que anego con ron como si no doliera
y sigo vadeando mis Guadalquivires,
no se cegarán los claros nunca más,
brillarán las alcayatas, canaleros cantarán,
desperdiciando lingotes voy al trote
y sé que no voy a llegar, perdiguero, ¿adónde vas?,
y mañana no será lo que Dios quiera,
que será el mismo balar, aburrido y con ceguera,
desencanto, seguro que truena y que no es para tanto,
la vida se desbordará del cubo, se me encabritará,
me tirará el embudo, ¿pa qué quieres más?, dejémoslo así,
tú ladra, que yo roncaré,
no se cegarán los claros nunca más,
brillarán las alcayatas, canaleros cantarán,
desperdiciando lingotes voy al trote
y sé que no voy a llegar, perdiguero, ¿adónde vas?,
Busca a mi dueño, te cansarás.
En mi hambre mando yo
Ojalá me quieras libre
Qué bien te sienta la tarde
con lo que ha llegado hoy a nuestro jardín de mármol,
de líquenes buscando limoneros con aullidos milenarios,
han venido picarazas
a peinar con su canción el cabello sonrojado
y mustio del crepúsculo caído donde mora el desencanto,
todas las horas jadean
si el ocaso no se está en tus ojos desangrando
y los párpados bostezan y enmudecen como mirlos desolados,
sola queda la cañada
y embriagados los infiernos de mi olor,
y será fiero el futuro que castigue,
que descubra en ceniceros lo que no te dije,
voy a desligar las tibias de este diábolo sombrío
que hay veces que no se acuerda
de que sigo siendo un niño,
y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras,
acuérdate del tragasables que tus lunas derritió
con su forja miserable,
apiádate de los zarzales que tan huérfanos dejó
junto a humeantes panales,
voy a desligar las tibias de este diábolo sombrío
que hay veces que no se acuerda
de que sigo siendo un niño,
y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras,
yo te querré deshecho, te querré en la roca viva,
te querré en todos los versos
que no quieran tus pupilas,
yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría,
te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí.
En mi hambre mando yo
Ángeles del suelo
Despójate de pájaros lastimeros
que están poblando el navío que fabriqué
con lápices altaneros repletos de heridas,
en él no hay barandal para colgar los pañuelos
y no entran ni credos ni noches cerrás,
ebria estarás de luceros, yendo a la deriva,
resguárdate en mi ladera mullida
que no hay cornisa que aguante este atardecer
que no podrán arrastrar las alcantarillas,
ayúdame a encerrar a las rapaces que buscan
cagar mi sombrero para blanquear
sus cenagosas orillas,
haremos conejeras y que entren las ojeras
de ángeles dolientes que están
tal que brevas maduras
maldiciendo la altura de la libertad,
que en los umbrales mueren,
los astros no los quieren,
tampoco aquí descansan en paz,
estas campas resecas, incendiadas y huecas
los envenenarán,
acércate a mis desnudos solares
que son los altares en los que acribillaré
por siempre a estos putos cielos.
En mi hambre mando yo
Las últimas habitaciones
Se apoyaron en mi quicio y coroné
sus cabezas con tormentas,
y para trapos quedaron las colchas
después de perder la cosecha,
y me duelen, y les duelo
cuando afilo el vidrio que rasga su vientre,
se avergüenza el deshollinador
de dejar el camastro rusiente,
tan rusiente,
si me confieso inocente volverán
a lacerarme el costado,
germinarán azabaches ladrillos,
edificarán el Calvario,
se desvisten las rameras
de mantillas rojas y cauces serenos,
y barrunta el estómago que
volverán los erizos hambrientos,
juntos hicimos con cuchillos ese hogar
que se otoñaba con hogazas cada vez
que la desdicha lo embestía para entrar
a revolver,
se desteñirán la rabia y el pelaje,
se agrietarán en los estíos
y, harto de bregar soltando correajes,
dormitaré entre el gentío,
cociné mis migrañas
con los hornos a todo gas,
y nos dimos un festín de intestinos,
regamos la grama, quisimos vagar.
En mi hambre mando yo
Plomo en los bolsillos
La sed, remite y me repite cuando estás
cortando las aletas del salmón
que el río sólo quiso azulejar
para que no mordiera con fauces de ratón,
que no hacen mucha mella pero van
royendo las raíces cuando dices que te vas
en usca de otras alas que te ayuden a cruzar
con plomo en los bolsillos,
robé el grano a la gallina y al halcón,
lo siento, pero tuve que correr,
venían los demonios hacia aquí
cargando las trompetas,
y desde que no estás, despinto pesadillas para ti,
no caben más pecados en tus manos y, aun así,
recoges hasta el musgo que amuralla mi pesar,
que blinda mi esqueleto,
no le hagas caso al barquero,
que en volandas no te llevará si le faltan los besos,
que agazapado está como verruga ardiendo
que no ha de morir y que espera el momento
para rebrotar,
busqué refugio en otros lares y, al serrar
mi sueño tan despacio desperté
en el prado baldío donde están
muriendo los corderos,
por eso regresé, más áspero y cansado a este compás
que marcan las agujas pregonando que viví
entre tanto alboroto que no me paré a escuchar
el crujir de retamas.
En mi hambre mando yo
Pendimento
Estoy en el terruño en el que quise y, sin embargo, no,
no me apetecen las perdices, dame de beber
caldito de tu calentura, quiero pura hiel,
de ti será mi borrachera,
quiero verte pasear por la Sevilla de Silvio,
mi mano desentrañar picoteando delirios,
de punta en blanco dirás: quiero morirme contigo,
seré arcilla en cada cerradura si lo quieres tú,
¿por qué dejas la celda abierta?, no quiero saber,
naciendo fuí perdiendo el norte y olvidando el sur,
sin ti será mi desventura,
hoy te invito a zapatear lo que nos cante El Cabrero,
a llorar por soleá e inundar el mundo entero,
de punta en blanco diré: quisiera envolverte el cielo,
cada noviembre volveré a morder como un pájaro caduco cualquier suelo,
y de pronto aletear hacia el invierno, y en su aliento padecer
para remontar de nuevo,
vamos a desempolvar los melismas de Molina,
Málaga de Tabletom, y en su locura divina,
de punta en blanco diré: te voy a entregar mi vida,
nuestra espiga irá a buscar la cava del Agujetas,
el coraje engrasará las ruedas de su carreta,
de punta en blanco dirá: ¿Dónde fueron los poetas?